martes, 17 de mayo de 2011

Doppelgänger

A ver, yo normalmente no escribo así de recargado. Es una historia yuri, femlash, tia x tia, como queráis llamarlo. Las críticas serán bien recibidas xD


-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

    Corrió los pesados cortinajes de negro terciopelo, con manos temblorosas. Su semblante, pálido, reflejaba en temor a lo desconocido, a qué hallaría tras aquellos pedazos de mortaja negra. La luz de los candelabros, dispersos aquí y allá sin orden ni concierto por toda la sala, desparramaban haces de luz sobre el rincón, llenándolo de sombras danzantes. Las esquinas de la pared, cubiertas por un papel con motivos de lis, estaban repletas de telarañas que envolvían a su vez otro objeto tapado con un raído manto. Se quedó en su lugar, dubitativa y desconfiada. Tomando aire, arrancó el manto, levantando una nube de polvo alrededor. Lo lanzó a un lado, donde cayó con un ruido sordo y pesado, levantando telarañas por el aire.

 Ante sus ojos se encontraba un viejo espejo de pié, alto, majestuoso e inquietante. La madera del marco, ébano sin duda alguna, estaba cuidadosamente labrada con formas que, si bien eran bellas, rayaban ampliamente lo grotesco. Los bordes del cristal estaba repletos de quimeras, dragones y demás seres inconcebibles para el ojo humano. Seres grotescos y bellos, deformaciones de la realidad, mezclas de la más alta humanidad con la más baja bestialidad. Todas las figuras, de ojos fijos o cuencas vacías, se giraban hacia el interior del espejo, cuan mudos espectadores. Sus bocas emitían silenciosos gritos, quizá de advertencia o quizá de reclamo. Sea como fuere, la muchacha rozó los relieves con las yemas de los dedos, reparando en la inscripción que rezaba en lo alto del espejo.

"
No siempre se observará un reflejo sano y completo,
si no la más guardada imagen del propio ser.

 Meditó la extraña frase que, a duras penas, había logrado traducir de forma burda de un inglés formal y anticuado. Mientras reflexionaba, le parecía que las criaturas se retorcían, dirigían sus vacías cuencas hacia su persona, extendían garras y alas hacia su ser y movían las fauces en inteligibles galimatías. Se le antojó que la llamaban, que la llamaban a abandonar aquel mundo real y tangible e internarse en un mundo de sombras oníricas. Apartó la vista, asustada.
 Observó su propio reflejo pálido que, aunque delgado y casi demacrado, aún conservaba un aire de delicadeza y elegancia. La frente amplia, sin ser demasiado pequeña ni demasiado ancha, tersa y sin una sola arruga. Los ojos, pequeños y de un vivaz color verde que lanzaban destellos alrededor. Sus cabellos, sueltos y de un tono azabache que podía competir perfectamente con los aterciopelados cortinajes que reposaban en un rincón, se hallaban sueltos sobre sus hombros. Su nariz era fina, al igual que su mentón y el cuello. Ataviada con un traje rojo con encajes negros y dorados, tenía un aire a aquellas damas de la corte de los libros del Medievo. Suspiró, curvando sus labios rosados.
 Alzó una mano para quitar la gruesa capa de polvo que cubría el cristal, atenta en todo momento a su propio reflejo de apariencia espectral.

    En contra de todo pronóstico, sus finos dedos atravesaron la superficie, cubriendo su mano de una sustancia negruzca de diversas tonalidades cambiantes. Apartó la mano a toda velocidad, observando las ondas que agitaban la superficie del espejo. Su reflejo seguía ahí, observándola con el mismo pálido que se dibujaba en su rostro. Cerró los ojos, para abrirlos y mirar a su reflejo. La imagen le devolvió la vacía mirada, de dilatadas pupilas y labios entreabiertos, respirando en profundas bocanadas. Extendió una pálida mano, dispuesta a tocar de nuevo aquel extraño espejo. En esa ocasión no atravesó el cristal, tampoco chocó con su fría superficie. Otra mano, larga y lívida, se unió con la suya, aferrándola con fuerza. No tiró de ella hacia el espejo, si no que la obligó a retroceder un par de pasos, seguida de una muñeca fina y un brazo estilizado y cubierto de terciopelo bermejo. La joven observó, atónita y temblorosa, a aquel ente que, si bien era de una apariencia idéntica a la suya, estaba segura de que no pertenecía al mundo terrenal.
 La criatura esbozó una taimada sonrisa, curvando los labios y entrecerrando los ojos, que si bien tenían el mismo aspecto, no eran de la misma tonalidad. Los ojos del ente eran negros, sin distinción entre pupila e iris. Era como observar sendos pozos sin fondo, en cuya superficie se refleja el incauto observador.
Parpadeó, tomando ahora sus iris una tonalidad que rozaba el carmín; luego tomaron un tinte azulado, luego verdoso.
Habló con una voz dulce, esparciendo ecos por la sala. No reflejaba sombra alguna que la luz de los candelabros debiese proyectar sobre el suelo, ni tampoco se reflejaba en el espejo que había a sus espaldas.

    La joven la observó, cautivada por tan extraño ser. Su mano aún aferraba la suya, con fuerza pero delicadeza a la vez. Soltó el firme agarre, deslizando los dedos por la muñeca y subiendo al antebrazo. Sus ojos se posaron en los suyos, entornándose en una mueca de confianza. En un abrir y cerrar de ojos la criatura la atrajo hacia sí, abrazando su fino talle y acercando su rostro al suyo. Susurró palabras al principio inteligibles, pronunciadas en alguna lengua que ella desconocía, o que creía desconocer. Su aliento se tornaba en volutas de vapor que ascendían al techo, fundiéndose con el espeso humo de las velas. El cálido aire que brotaba de sus labios acariciaba el cuello de la joven mortal, haciéndola estremecer. Le habló del mundo que ella habitaba, de las cosas que observaba, de los seres que al igual que ella velaban secretamente por sus respectivos humanos, aguardando en recónditos lugares esperando ser rescatados. De su soledad, de su anhelo y de sus esperanzas que siempre quedaban truncadas por el inevitable destino. La muchacha miraba sus ojos, conmocionada.
 Le habló de ella misma, de todas las acciones que había cometido y realizado y de cómo repercutirían en su futuro. De sus venturas y desventuras, de sus elecciones y de sus consecuencias. La humana observaba sus iris verdes, hundiéndose en su propio reflejo. Le hizo promesas, promesas de sueños, ilusiones y esperanzas. Promesas de su vida junto a ella, de cómo sería su vida si le permitía estar a su lado, lejos de su propio mundo, de aquel espejo que era su cárcel y a la vez su único refugio.

    Acarició sus pómulos, delineó sus labios del color de las cerezas que a la joven tanto le gustaban, ensortijó sus cabellos mientras seguía susurrándole palabras embriagadoras y atrayentes. La muchacha no decía nada, anonada por la situación. Aprovechando el hecho, inclinó su rostro hacia el suyo, musitando dulces frases en su oído. Se estremeció, abrazando las rojizas vestiduras de la criatura. Se había presentado como ella misma, como el más oscuro reflejo pero a la vez su más luminosa guía. Como su contraria, pero a la vez su igual. Una palabra musitada en su oído había bastado para definirla, un palabra que resonaría para siempre en su cabeza en todas aquellas noches de amarga soledad.

    Había besado sus labios, con delicadeza y a la vez con pasión. Y ella, tímida y cohibida, le había correspondido. Sus brazos habían rodeado el talle de la muchacha, atrayéndola aún más hacia sí. Sus manos recorrieron su cintura, su espalda y su rostro, acariciándola con devoción. Su lengua grisácea se enlazó con la de la otra, en una curiosa batalla que ninguna parecía estar dispuesta a perder. Una peleaba con maestría, la otra con torpeza. Sus mejillas estaban sonrojadas, mientras una pequeña sonrisa iluminó su rostro cuando se separaron. La Doppelgänger pasó su lengua por sus propios labios, sonriente. Sin cesar de abrazarla, dio unos pasos hacia atrás. La humana trató de soltarse, en vano. Suplicó, apoyando los pies descalzos en la alfombra que cubría la sala, clamando por no ir con ella. La Doppelgänger la observó, triste y dolorida, pero la soltó antes de hundirse en las profundidades del espejo. La superficie se onduló, replegándose contra los bordes de ébano. Sollozando, la muchacha abandonó la estancia con pasos vacilantes.

    En sus aposentos, meditaba mientras observaba el espejo que se hallaba junto al gran armario donde guardaba sus ropajes. Toda la habitación estaba caldeada e iluminada por la tenue luz que brotaba de la chimenea, donde crepitaba un fuego que pronto se reduciría a rescoldos. Tomó un camisón y se desvistió, dejando las piezas sobre un pequeño tocador. Una vez ataviada con el fino vestido, se metió entre las pesadas y cálidas sabanas de su cama. Suspiro anhelante, sintiéndose sola y perdida. Rozó sus labios con sus dedos, melancólica. La había dejado marchar, se dijo acurrucándose. Hecha un ovillo en el centro de la cama trató de conciliar el sueño, en vano.
 Debía ser medianoche cuando despertó, alertada por el frío que llenaba la habitación y se colaba entre las sabanas. Se acurrucó, respirando hondamente. Observó los rescoldos de la chimenea, que palpitaban con secos chasquidos. La luz de la Luna entraba entre los cortinajes, iluminando levemente la alcoba. Cerró los ojos, rezando por dormirse pronto. Le pareció que su cuarto se llenaba de sombras danzantes, seres oníricos que la rodeaban por todas partes, asfixiándola y llenándola de malestar. Se cubrió la cabeza con las sabanas, temblando. Unos brazos rodearon su talle, al tiempo que notó una respiración sobre su nuca. Se giró, asustada. Y allí estaba ella, Doppelgänger. Movió los labios silenciosamente, haciendo desaparecer las sombras que la aprisionaban y los temores que la ensombrecían. La estrechó contra sí, como si fuese una niña pequeña que precisaba apoyo y consuelo. Se acurrucó a su lado, susurrándole palabras al oído. Y a ella le parecieron llenas de significado. Volvió a besar sus labios, delicadamente, de una forma tal que pensaba que todo sería un sueño del que despertaría en cualquier momento, volviendo a su vacía realidad. Entonces Doppelgänger la abrazaba, recordándole que era algo real, que existía.

2 comentarios:

  1. wow.....
    que buena historia!
    cargada de este misticismo....
    tu blog si que tiene de todo y que interezante es... y ahora encontrar fics? wow! es fantastico.
    Tambien escribo y leo bastantes fics, y me a agradado mucho encontrar tu bella historia.
    gracias por publicarla! es un deleite al leer!

    ResponderEliminar
  2. gracias por leer, primero!!

    no me des las gracias por publicarla XD gracias a ti por leerla si eso. ¿Escribes fanfics? me encantaria leer algo tuyo.

    bueno, nos leemos!!

    ResponderEliminar