viernes, 18 de noviembre de 2011

Goddess.



Aprovecho para añadir unas pocas líneas antes de escribir. Es un relato original, pero partiendo de una idea "sugerida". Todo este desarrollo ha sido mío. Y es el único de este tipo que veréis por aquí en mucho tiempo. La única advertencia es, ¿el lenguaje malsonante? Averiguadlo si os lo leéis y, por favor, ya que hacéis el esfuerzo de leerlo, comentadme qué os ha parecido. Es importante.

-.-.-.-.-.-.-.-.-

Suspira, estremeciéndose al escuchar las pisadas que resuenan en la habitación vacía. Normalmente no está vacía. Normalmente, tampoco está con ella. Así que, desde su posición arrodillada, con la cabeza agachada y los ojos cerrados, sonríe para sí. Es un cuarto de invitados, pintado en limón pálido y con un armario, una cómoda, un escritorio cojo y un piano. El silbido de una fusta al rasgar el aire corta sus pensamientos, devolviéndola a su realidad.
-¿Estabas escuchándome?
 Titubea ligeramente al ir a responder. El labio inferior le tiembla ligeramente. No es la primera vez que hace eso, pero sí le ha prometido una sorpresa... Y aunque confíe plenamente en ella, no puede evitar un ansia infantil y un temor irracional ante el misterio.
-No, Ama. Lo siento mucho. Me he distraí...
-Silencio, pequeña.-dice la otra mujer, paseando por la habitación en torno a la figura agachada.-Sabes que llevamos bastante en esto. Pero, últimamente, no has respondido como yo esperaba. Y lo sabes.-sigue comentando, esta vez acariciando con suavidad los mechones azabaches. Le da un tirón que la obliga a levantar la cabeza y soltar un respingo.-¿Verdad, puta?
-Sí, Ama. Lo siento, Ama.
-¿Puedes darme una explicación?-pregunta con frialdad, soltándole el pelo y levantándole la cabeza con la fusta.-Quiero que seas sincera, pequeña puta. Sabes que tenemos confianza.
-Sí, Ama, confío en usted... Lo siento, estaba distraída...-la chica, de treinta años y tez un poco bronceada, se estremece.-Llevo un tiempo distraída, y sé que está mal. No quiero defraudaros, yo...
-Has sido una esclava incompetente. Y por eso te mereces un castigo.-dice antes de darle una bofetada. Los ojos oscuros la miran con entrega, tristes por no cumplir las expectativas. Ella se traga las ganas de regalarle un beso y la mira de nuevo con arrogancia:-Siéntate en el reposapiés que hay al lado del piano y cierra los ojos. 

La chica obedece y se dirige a cuatro patas hacia el mueble, únicamente vestida con un fino tanga de encaje y un collar de cuero negro al cuello. Se sienta en el reposapiés, de espaldas a su Ama y espera, intentando averiguar qué será lo próximo. Ella no quiere defraudarla, ella quiere hacerlo lo mejor que puede, pero ha tenido una semana un poco complicada, y teniendo en cuenta que no pueden verse todo lo que quisieran por culpa de los respectivos trabajos... Escucha cómo Ella revuelve en los cajones de la cómoda, reprimiendo un escalofrío. Se siente completa y, sobretodo, protegida. Aunque triste y con una presión importante en el pecho.
-Pon las manos a la espalda. Muy bien, zorrita. Me complace tener una mascota tan obediente.-escucha mientras le acaricia el pelo con cierta rudeza, pero también con calidez. 
-Ama, ¿de qué se tr...?
Un tirón de pelo corta su frase, seguido de un bufido.
-¿Qué dijimos del silencio, perra?
-Lo siento, Ama.

Desliza las cuerdas alrededor de los brazos suaves, con cuidado de meter bien cada cuerda por donde corresponde para hacer un nudo de bondage que quiere imitar desde que vio una colección de fotografía erótica artística en París. Al cabo de unos minutos, remata su obra con una lazada suelta, comprobando que no está muy prieto pero tampoco muy suelto.
-Ahora quiero que cierres los ojos. Sé una zorra obediente, ¿sí?
  La consabida afirmación muere en sus labios, ahogada por un suspiro de complacencia al sentirse tan indefensa, tan a merced de su Ama. Frunce el ceño con perplejidad cuando una venda cubre sus ojos y otra cuerda ata sus tobillos a las patas del pequeño mueble. Pero por encima de todo, le gusta saberse tan indefensa y tan sumisa, tan expuesta ante los deseos de su querida Ama. Escucha cómo se arrastra un asiento cercano y resiste las ganas de girar la cabeza para intentar averiguar de qué se trata. ¿Qué me habrá preparado?, se pregunta incesantemente mientras el corazón le palpita con fuerza.
 Una venda se desliza sobre sus ojos cerrados, cegándola completamente.
-¿Ama?-pregunta al oír pasos de nuevo, esta vez alejándose de ella.
-Tranquila, pequeña. Ahora quiero que escuches con atención y no te despistes como antes. 
-No me despistaré, Ama. Lo prometo.
  Deposita un beso sobre su cabello, sonriendo.

Esperaba... No sabe qué estaba esperando, si que le revolviese el pelo o que la castigase. Incluso se le ha llegado a pasar por la cabeza que volviese a ponerle unas pinzas y la dejase diez minutos en silencio, de pie a su lado para que supiese que no estaba sola. Pero desde luego que no se esperaba que levantase la tapa del piano con un ruido sordo y, tras un par de carraspeos, comenzase a tocar. No puede describirlo con palabras, simplemente se le antoja sublime, el hecho de que su Ama decidiese darle tal regalo. Así que se deja llevar por la música, atada al reposapiés y con la barbilla apoyada cómodamente en el pecho cubierto de cera ya fría.

                                                                                  *

Ambas están sentadas en la alfombra árabe tejida a mano, abrazadas. La menor levanta la cabeza con los ojos brillantes y se agarra al corsé de cuero y correas de su Ama, temblorosa.
-Yo... Muchas gracias, Ama. Muchísimas...
-Te has portado bien, pequeña. Pero ahora ya puedes llamarme por mi nombre.
-Gracias A... Perdón, Laura.-susurra apretándose contra ella. La sesión anterior a la pieza de piano la había extenuado un poco, pero la que la ha seguido la ha dejado agotada.
-Vamos al salón, anda. Te prepararé un té.
-No hace falta...
-Shh... Te lo has ganado a pulso.-se quedó mirando a la menor, elocuente.-Mi pequeña zorrita.
  La menor hizo un mohín, abrazándola. Algunas notas, al compás de su corazón aún desbocado, seguían resonando en su cabeza.

7 comentarios:

  1. ME ENCANTA. Te ha quedado genial joder. A ver cuando me escribes uno un poco más fuerte :P

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  2. Gracias por el comentario! Si lo escribo te lo mando y si te gusta, lo subo aqui xD

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  3. Dado el contexto, tiene coherencia y cohesión, y sin embargo, no me ha gustado. No soy capaz de entender la sumisión o la dominación como forma de amor hacia la otra persona (o no tan extrema, desde luego), pero en fin, para gustos los colores.

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  4. Todo se basa en la confianza después de todo, ¿no?

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  5. Como bien ha dicho @Aide, se basa en la confianza. Y ahora, contestando a @Lilit ;)

    Una relación de D/s se puede entender como una relación complementaria a una relación sentimental porque ambas se basan en la confianza y el respeto. Otra cosa es que una relación de Dominación no tiene por qué incluir castigos físicos de ningún tipo :) Pero, bueno, para gustos los colores. En reladidad dudaba de si dejarlo así, quitar algo o añadir otro trozo para que se "fijase" todo mejor, pero al final se ha quedado así...

    Seguiré escribiendo de todo, como siempre xD

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  6. Bueno, confianza o no, me sigue pareciendo inadecuado, pero cada cual es libre de hacer lo que quiera mientras no perjudique a nadie :)

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